A veces, el cerebro confunde estímulos. A veces, los recibe de la nada. Si te pica a tí, también me rasco yo. Un fenómeno similar se está dando con rspecto a la tecnología cuando sientes que el teléfono vibra en tu bolsillo, pero al comprobarlo… no tienes ningún mensaje nuevo ni llamada entrante.
Para entender este fenómeno, Michelle Drouin -miembro del Despartamento de psicología de la Universidad de Indiana- realizó un estudio en el que comprobó que el 89 por ciento de los 290 estudiantes consultados había experimentado lo que los especialistas han denominado el Síndrome de la vibración fantasma (SVF).
El nombre del mismo proviene de otra patología conocida como el Síndrome del miembro fantasma, que padecen algunas personas a las que se les ha amputado algún miembro y cuyo efecto hace que todavía sientan estímulos provenientes de ese miembro que ya no está. Hablamos de sensaciones como picazón, calor o, incluso, dolor.
Se cree que este fenómeno se produce debido a que el cerebro tiene una pequeña parte asignada a cada rincón del cuerpo. De este modo, los empleados de la pequeña torre de control en ese aeropuerto abandonado se estarían dedicando a alucinar aviones que despegan y aterrizan. Y en realidad, nada está sucediendo.
Según la neurofisiología, el teléfono celular habría logrado entrar, de forma similar, en el mapa cerebral del cuerpo justo allí: en la zona asignada a la piel bajo nuestros bolsillos o a cualquier otra parte donde solamos llevarlo. Por eso, el cerebro estaría reconociendo los estímulos vibratorios como propios, como si el teléfono fuera parte de nuestro organismo.
El motor de las alucinaciones que sufren los afectados por esta patología moderna podría ser tanto el deseo de estar en permanente contacto con algunas personas, como la ansiedad o stress causados por la espera de algún mensaje en particular. Dicho de otro modo: el cerebro se anticipa y siente el estímulo sin que se haya producido.
Ante hechos como este, es innegable la conexión directa que se ha establecido entre el hombre y los dispositivos de telefonía móvil. Ya no son sólo una herramienta, sino una extensión de nuestro cuerpo. Y hemos desarrollado un enlace psicológico y, a la vez, neurológico muy estrecho con ellos.
¿Podemos vivir sin dispositivos móviles?
Más de la mitad de la población británica se pone bastante ansiosa cuando se le acaba la batería o el crédito, no tiene señal o pierde su celular. Esta información la arroja una encuesta que la oficina de correos británica hizo en agosto de este año. Estos resultados llevaron a la conslusión de que el 53 por ciento de los usuarios de telefonía móvil en Gran Bretaña sufre lo que se ha bautizado como nomofobia. El término se acuñó como una abreviatura para “no-mobile phone-phobia”, es decir, “fobia a no tener el teléfono móvil”.
De todos modos, como explicó el periodista Eddie Wrenn: “Quizás sea un error decir que esto es una fobia. Porque una fobia es, generalmente, un ‘miedo irracional’. Pero esa sensación de ansiedad que sientes cuando estás sin tu teléfono, en este nuevo mundo interconectado, es quizás un sentimiento entendible”.
Pero, ¿cómo reconocer a un nomofóbico? Presta atención a estas características:
- Nunca puede apagar el teléfono.
- Comprueba obsesivamente si hay llamadas perdidas, correos electrónicos o mensajes.
- No espera a que la batería se descargue por completo para cargarla.
- Es incapaz de ir al baño sin llevarlo.
La pregunta que surge luego de todo esto es si podría sucedernos que, en caso de que extraviáramos nuestros teléfonos, siguiéramos sintiendo sus vibraciones. ¿Podríamos comparar esta pérdida con una amputación? Suena un poco exagerado, pero los estudios que hemos repasado más arriba estarían sugiriendo que sí.
¿Qué opinas de estas nuevas patologías a partir de la telefonía móvil? ¿Sentiste alguna vez algo parecido?